miércoles, 16 de mayo de 2012

Mitos y arquetipos - M. Eliade


MITOS Y ARQUETIPOS


por Mircea Elíade

[Capítulo 1 de El mito del eterno retorno, Madrid: Alianza Editorial, 1972 (1951)]


I. ARQUETIPOS Y REPETICION

EL PROBLEMA
El objetivo del libro es estudiar ciertos aspectos de la ontología arcaica: las concepciones del ser y la realidad que pueden desprenderse del comportamiento del hombre de las sociedades premodernas. El símbolo, el rito, el mito, expresan un complejo sistema de afirmaciones coherentes sobre la realidad última de las cosas, sistema que puede considerarse en sí mismo como una metafísica. Los objetos del mundo exterior como los actos humanos cobran un valor y llegan a ser reales, porque participan en una realidad que los trasciende. El objeto aparece como receptáculo de una fuerza extraña que le confiere sentido y valor. Así también los actos humanos, su significación y valor están vinculados por ser reproducción de un acto primordial. Lo que él hace ya se hizo. Esa repetición consciente de gestos paradigmáticos determinados remite a una ontología original. Participan de una realidad transcendente. Agrupa a los elementos en las siguientes categorías: • Los elementos cuya realidad es función de la repetición, de la imitación de un arquetipo celeste. • Los elementos: ciudades, templos, casas cuya realidad es tributaria del simbolismo del centro supraterrestre que los asimila a sí mismo y los transforma en centros del mundo • Los rituales y los actos profanos significativos que sólo poseen el sentido que se les da porque repiten deliberadamente tales hechos planteados ab origine por dioses, héroes y antepasados.


ARQUETIPOS CELESTES DE LOS TERRITORIOS, DE LOS TEMPLOS Y DE LAS CIUDADES
El templo tenía un prototipo celeste. Por ejemplo en el monte Sinaí Jehová muestra a Moisés la forma del santuario que deberá tener. También las ciudades tienen su prototipo divino. Por ejemplo las babilónicas que tenían sus arquetipos en constelaciones (Nínive en la Osa mayor). El mundo que nos rodea tiene un arquetipo extraterrestre. Otras regiones corresponden a un modelo mítico pero diferente, de otra naturaleza. Todas las regiones salvajes, incultas, etc., están asimiladas al caos: participan de la modalidad informe de antes de la creación. Por esto cuando se explora un sitio se realizan actos que repiten simbólicamente el acto de creación, así la zona es cosmizada. La transformación del caos en cosmos por el acto divino de la creación, dándoles formas y normas. Por ejemplo con el cristianismo al conquistar erigían una cruz, repitiendo así el bautismo. Por el ritual se le da una forma, se lo convierte en real, y lo real es lo sagrado.


EL SIMBOLISMO DEL CENTRO
EL simbolismo arquitectónico del centro puede formularse de la siguiente manera: 1) La Montaña sagrada, donde se reúnen el cielo y la tierra, se halla en el centro del mundo. El infierno, el centro de la tierra y la puerta del cielo se hallan en un mismo eje y se hacía el pasaje de una zona a otra. 2) Todo templo o palacio o ciudad sagrada, es una “montaña sagrada” debido a lo cual se transforma en centro. Los nombres de los templos y de las torres sagradas babilónicos son testimonio de su asimilación a la montaña cósmica, por ejemplo “Lazo entre el cielo y la tierra”.3) Es considerado el lugar de encuentro del cielo con la tierra y el infierno. La cima de la montaña es el lugar donde la creación comenzó.


REPETICIÓN DE LA COSMOGONÍA
El centro es el lugar sagrado y todos los demás símbolos, como por ejemplo el árbol de la vida, la fuente de Juvencia, se hallan también en este centro. El camino que lleva al centro es el camino difícil. El acceso al centro equivale a una consagración, a una iniciación. Esta repetición de la cosmogonía se observa en los ritos de construcciones, como por ejemplo de la construcción de un templo. El prototipo del rito de construcción es el sacrificio que se hizo al fundar el mundo. Para asegurar la realidad y la duración de una construcción se repite el acto divino de la construcción ejemplar. Se consagra el terreno, así se transforma en un “centro”. Todo espacio consagrado coincide con el centro del mundo, y el tiempo de un ritual coincide con el tiempo mítico del “principio”, el tiempo concreto se proyecta al tiempo mítico, así se desarrolla en un espacio y tiempo sagrado.


MODELOS DIVINOS DE LOS RITUALES
Todo ritual tiene un modelo divino, un arquetipo. Se considera que los actos religiosos han sido fundados por los dioses, héroes civilizados o antepasados míticos. El calendario religioso del hombre conmemora en el espacio de un año todas las fases cosmogónicas que ocurrieron ab origine. Los ritos matrimoniales también tienen un modelo divino y el casamiento humano reproduce la hierogamia, la unión del cielo y la tierra. En todos los ejemplos de estos ritos matrimoniales los resultados es la creación cósmica. El rito cosmogónico se suelo relatar en estos ritos pero también sirve de modelo ejemplar en todas las ceremonias que tengan como finalidad la restauración de la plenitud integral, como por ejemplo en curaciones, trabajos agrícolas. La cosmogonía representa la creación por excelencia. La asimilación del acto sexual con el trabajo de campo es frecuente. La mayoría de las orgías colectivas encuentran justificación en la promoción de las fuerzas vegetales. Estas manifestaciones tienen un prototipo suprahumano y tendían a instaurar la fertilidad y la opulencia universales. Lo importante es la legitimación de los actos humanos por un modelo extrahumano.



ARQUETIPOS DE LAS ACTIVIDADES PROFANAS Son profanas aquellas actividades que no tienen significación mítica, que carecen de modelos ejemplares. En el mundo arcaico podemos decir que ignora estas actividades porque toda acción dotada de un sentido preciso (ejemplo cazar) participa en lo sagrado. Da ejemplos de danza, guerra. En este último caso muchas veces tienen una causa y una función rituales. El valor mágico y farmacéutico de ciertas hierbas se debe también a un prototipo celeste de la planta o al hecho de que ésta fue usada por primera vez por un dios.


LOS MITOS Y LA HISTORIA
La realidad se adquiere por repetición o participación, repetición de un arquetipo. Se produce abolición del tiempo profano, de la duración, de la historia y el que reproduce el hecho ejemplar se ve transportado a la época mítica en la que sobrevino la revelación de esa acción ejemplar. Esta suspención del tiempo profano corresponde a una necesidad profunda del hombre arcaico: no soporta la “historia” y se esfuerza por anularla en forma periódica. Transformación del hombre en arquetipo mediante la repetición. Por ejemplo los soberanos se consideran como los imitadores del héroe primordial. Transfiguración de la historia en mito. Es frecuente también la mitificación de los personajes históricos. Muchas veces deben luchar con dragones y serpientes porque son identificados con los señores del lugar, representan la modalidad preformal del universo. Así los conquistadores deben formar, crear los territorios ocupados. En la memoria popular, el recuerdo de un acontecimiento histórico o de un personaje auténtico no subsiste más de dos o tres siglos. Esto se debe a que funciona por medio de categorías en lugar de acontecimientos, arquetipos en vez de personajes históricos. El personaje histórico es asimilado a su modelo mítico (héroe) mientras que el acontecimiento se incluye en la categoría de las acciones míticas. La memoria colectiva es ahistórica. Podría decirse que la memoria popular restituye al personaje histórico de los tiempos modernos su significación de imitador del arquetipo y de reproductor de las acciones arquetípicas. A veces ocurre raramente que se tiene la ocasión de presenciar en vivo la transformación de un acontecimiento en mito. Recalca el carácter ahistórico de la memoria popular y la impotencia de la memoria colectiva para retener los acontecimientos y las individualidades históricas sin transformarlos en arquetipos, sin anular sus particularidades históricas y personales. Compara las concepciones diferentes de la existencia después de la muerte.
La transformación del difunto en antepasado.


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